Tu cuerpo reclinado en sabanas pulcramente negras
Religiosamente apoyado en tus rodillas
Esparces Tu olor.
Tu excesivo vicio me impregna.
Desnudo te reduzco y sometido te rindes
A mi mirada.
Idilio ilimitado es tu renuncia bajo mis pies
Plasmo en tus nalgas la simetría del deseo
La estética de tu cuerpo es una reflexión
Coagulo el tiempo de tu esclavitud
Para que sea imperecedera ante
mi persona.
Tu cuerpo inerte, tus ojos confinados al dolor y placer;
la piel nacarada de tu sexo diligente y profundo.
A veces me pregunto: ¿Quién es el esclavizado?