martes, 18 de mayo de 2010

Mi esclavo predilecto




Tu cuerpo reclinado en sabanas pulcramente negras

Religiosamente apoyado en tus rodillas

Esparces Tu olor.

Tu excesivo vicio me impregna.

Desnudo te reduzco y sometido te rindes

A mi mirada.

Idilio ilimitado es tu renuncia bajo mis pies

Plasmo en tus nalgas la simetría del deseo

La estética de tu cuerpo es una reflexión

Coagulo el tiempo de tu esclavitud

Para que sea imperecedera ante

mi persona.

Tu cuerpo inerte, tus ojos confinados al dolor y placer;

la piel nacarada de tu sexo diligente y profundo.

A veces me pregunto: ¿Quién es el esclavizado?